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Una antología de la Asociación Prometeo de Poesía

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Poesía de Siempre      Julia de BURGOS


Julia de BURGOS







La antología Poesía de Siempre se ha preparado con 50 poetas de lengua española contenidos en el libro Poetas del pasado, de Juan Ruiz de Torres, más otros seleccionados, ilustrados y comentados por distintos antólogos cualificados, en varios países.

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BIOGRAFÍA.
Carolina (Puerto Rico), 1914 - Nueva York (EE.UU.), 1953. Vivió parte de su vida en Puerto Rico, del que su alma nunca pudo salir, luego en Cuba y en EE.UU. Fue poeta y periodista. Afrontó la vida con decisión y eso la llevó a experimentar amores, desilusiones y a desafiar injusticias y prejuicios. Se unió a grupos de militancia sociales, políticos y culturales; su fuerte percepción de la diferencia de género la convirtió en una de las pioneras del movimiento feminista. El alcoholismo la llevó a la muerte en Nueva York, donde fue enterrada anónimamente en una fosa común; luego fue trasladada a su país natal. Aunque recibió importante reconocimiento durante su vida, fue después de su muerte cuando la crítica la distingue no sólo como la gran poeta de Puerto Rico sino también como una de las grandes poetas de Hispanoamérica. Su producción poética incluye Poemas exactos de mí misma (1937), Poemas en veinte surcos (1938), Canción de la verdad sencillla (1939), premiada por el Instituto de Literatura Puertorriqueña, El mar y tú y otros poemas (post. 1954), Antología Poética y Obra Poética (póst. 1961), que contiene la mayoría de sus poemas.


A JULIA DE BURGOS

Ya las gentes murmuran que yo soy tu enemiga
porque dicen que en verso doy al mundo mi yo.
Mienten, Julia de Burgos. Mienten, Julia de Burgos.
La que se alza en mis versos no es tu voz: es mi voz
porque tú eres ropaje y la esencia soy yo; y el más
profundo abismo se tiende entre las dos.
Tú eres fria muñeca de mentira social,
y yo, viril destello de la humana verdad.
Tú, miel de cortesana hipocresías; yo no;
que en todos mis poemas desnudo el corazón.
Tú eres como tu mundo, egoísta;
yo no; que en todo me lo juego a ser lo que soy yo.
Tú eres sólo la grave señora señorona; yo no,
yo soy la vida, la fuerza, la mujer.
Tú eres de tu marido, de tu amo; yo no;
yo de nadie, o de todos, porque a todos, a
todos en mi limpio sentir y en mi pensar me doy.
Tú te rizas el pelo y te pintas; yo no;
a mí me riza el viento, a mí me pinta el sol.
Tú eres dama casera, resignada, sumisa,
atada a los prejuicios de los hombres; yo no;
que yo soy Rocinante corriendo desbocado
olfateando horizontes de justicia de Dios.
Tú en ti misma no mandas;
a ti todos te mandan; en ti mandan tu esposo, tus
padres, tus parientes, el cura, el modista,
el teatro, el casino, el auto,
las alhajas, el banquete, el champán, el cielo
y el infierno, y el que dirán social.
En mí no, que en mí manda mi solo corazón,
mi solo pensamiento; quien manda en mí soy yo.
Tú, flor de aristocracia; y yo, la flor del pueblo.
Tú en ti lo tienes todo y a todos se
lo debes, mientras que yo, mi nada a nadie se la debo.
Tú, clavada al estático dividendo ancestral,
y yo, un uno en la cifra del divisor
social somos el duelo a muerte que se acerca fatal.
Cuando las multitudes corran alborotadas
dejando atrás cenizas de injusticias
quemadas, y cuando con la tea de las siete virtudes,
tras los siete pecados, corran las multitudes,
contra ti, y contra todo lo injusto
y lo inhumano, yo iré en medio de
ellas con la tea en la mano


COMENTARIOS
En el caso de Julia de Burgos no es tan importante referirse a quiénes se perciben como sus influencias póeticas -se menciona a veces a Huidobro, Neruda, Rafael Alberti, ocasionalmente a Gabriela Mistral- sino hablar del uso que ella hace del lenguaje para destacar su expresión original. Julia de Burgos define su lenguaje poético como la intersección de la palabra y su realidad personal y generacional: su poesía explora los temas sobre la identificación cultural, de raza y de género, convirtiendo lo personal y lo público/ la voz íntima y la social, en una dicotomía persistente. La experiencia del arraigo y desarrraigo, pertenencia y escisión no fue sólo geográfica sino intrínsicamente personal. Uno de los aspectos más seductivos de su obra es la abundancia de extraordinarias metáforas visuales, la reiteración de la sensualidad del tacto y del gusto, la sinuosidad de movimientos, ofreciendo un erotismo elocuente, resuelto y liberador. La voz que se privilegia en su poesía, con fuerza y determinación, es la de una mujer rompiendo los límites que su sociedad y cánones literarios le imponen. En Poema para mi muerte dice "¿Cómo habré de llamarme cuando sólo me quede / recordarme, en la roca de una isla desierta? [….] me llamarán poeta". (Nela Rio)