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BIOGRAFÍA.
Sevilla (España), 1902-1962.
Hijo de padre militar, se educó en un ambiente de estricta disciplina. Estudia Derecho en la Universidad de Sevilla. Se traslada a Madrid, donde conoce círculos literarios que frecuentan figuras de la que luego se conocerá como Generación (o Grupo) del 27. Un año actúa como lector de español en la Universidad de Toulouse. Durante la Guerra Civil Española participa en el II Congreso de Intelectuales Antifascistas de Valencia. En 1938 va a Inglaterra a dar unas conferencias y ya no regresa a España. Comienza un exilio que comienza en Inglaterra, continúa en Escocia y acaba -a partir de 1952- en México, donde murió. Entre sus obras se encuentran Perfil del aire (1927), Un río, un amor (1929), Donde habite el olvido (1934), La realidad y el deseo (1936-1964), Las nubes (1940), Ocnos 1942-1963), Con las horas contadas (1950-1956), Poemas para un cuerpo (1957) y Desolación de la quimera (1962). (Enrique Valle)
DONDE HABITE EL OLVIDO
en los vastos jardines sin aurora;
donde ya sólo sea
memoria de una piedra sepultada entre ortigas
sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.
Donde mi nombre deje
al cuerpo que designa en brazos de los siglos,
donde el deseo no exista.
En esa gran región donde el amor, ángel terrible,
no esconda como acero
en mi pecho su ala,
sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento.
Allá donde termine este afán que exige un dueño a imagen suya,
sometiendo a otra vida su vida,
sin más horizonte que otros ojos frente a frente.
Donde penas y dichas no sean más que nombres,
cielo y tierra nativos en tomo de un recuerdo;
donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo,
disuelto en niebla, ausencia,
ausencia leve como carne de niño.
Allá, allá lejos;
donde habite el olvido.
EL AMANTE
La noche de agosto confundía el mar y el cielo negros en una misma vastedad, de la que se apartaba, tal el principio de un mundo increado, la línea grisácea de la playa. Por ella, desnudo bajo el ropaje blanco, andaba yo a solas, aunque los amigos, nadando mar adentro, me llamaban para que les siguiese. Y entre todas sus voces, yo distinguía una fresca y pura.
El mar guardaba aún en su seno el calor del día, exhalándolo en un aliento cálido y amargo que iba a perderse por el aire nocturno. Entre la sombra de la playa anduve largo rato, lleno de dicha, de embriaguez, de vida. Pero nunca diré por qué. Es locura querer expresar lo inexpresable. ¿Puede decirse con palabras lo que es llama y su divino ardor a quien no la ve ni la siente?
Al fin me lancé al agua, que apenas agitada por el oleaje, con movimiento tranquilo me fue llevando mar adentro. Vi a lo lejos la línea grisácea de la playa, y en ella la mancha blanca de mis ropas caídas. Cuando ellos volvieron, llamando mi nombre entre la noche, buscándome junto a la envoltura, inerte como cuerpo vacío, yo les contemplaba invisible en la oscuridad, tal desde otro mundo y otra vida pudiéramos contemplar, ya sin nosotros, el lugar y los cuerpos que amábamos.
COMENTARIOS
El poeta de la voz mínima, de la voz fina, elegante, por momentos casi fría, siempre dolorida, a veces confusa. Una voz que ha ido cobrando cada vez mayor fuerza a lo largo de las últimas décadas, hasta afirmarse como una de las más originales que el Grupo del 27 produjo. A nuestro entender, la que más perdurará, y desde luego la que llama con más fuerza a los poetas actuales, de vuelta de las estridencias de la vanguardia. Traductor de la poesía inglesa y alemana, crítico literario, en pocos pero magníficos poemarios, fue desarrollando su singular edificio lírico, en el que la peripecia personal se sublima para abarcar el dolor de todos los hombres ante la felicidad que tienen delante, pero inasible. (Juan Ruiz de Torres)
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