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Antólogos
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BIOGRAFÍA.
Caracas (Venezuela), 1915-2001.
Hijo de una familia acomodada, pasa infancia, adolescencia y primera juventud en Europa. A su regreso se dedica con la intensidad del desarraigado a conocer su tierra. La etnología, el folclore, la etnomúsica atraen profundamente su dedicación. En los años fundacionales de la democracia fue infatigable promotor cultural, editor entusiasta y director de una polémica revista cultural, Zona Franca, donde tuvo cobijo el debate intelectual frente a la izquierda comunista y procastrista. Fue director, en su momento de mayor prestigio, de la editorial "Monte Ávila". Después de haber mantenido posiciones políticas a favor de los partidos tradicionales, se fue desencantando de sus políticas y, en general, de la deriva tecno-consumista del mundo capitalista, al punto de abrazar en sus años finales las esencias del zen y del orientalismo. Sus poemarios fundamentales, entre los 28 publicados, vienen a ser: Rito de sombra (1961), Cármenes (1966), Edad oscura (1969), Fundaciones (1981) y Resurgencias (1995). Entre sus premios: "Municipal" (1942) y "Nacional" (1950).
SOLSTICIOS HIEMAL
V
Mientras avanza lo que nos vuelve nada
o lo que parece el umbral de lo inaprensible
se expande, suficiente, la soledad.
Cuando su núcleo germinal
está detrás de la frente,
en un punto fúlgido, invisible.
Se enciende la otra mirada,
entre emoción y pensamiento,
el amor cobra valor absoluto, íngrimo,
se acepta el llamado de donde no se sabe
y reina la expectativa dócil,
ante la pronta llegada, el término, el confín.
Se es parte memoria y parte piel aún tibia,
no cabe nostalgia del desorden cumplido,
de la diversidad, de la multitud, de la confusión.
Se asume lo desconocido
en una expiración profunda y sin reserva.
VII
Llegado es el momento de derramar el vino
sin probarlo,
de arrojar al agua el óbolo ritual,
de apagar las hogueras festivas,
de despojarse, de no aferrarse,
abierto el espacio ingrávido.
Dios no ha muerto.
Sólo se perdió el rastro de su huella.
(De Resurgencias)
COMENTARIOS
Después de una larga etapa de poesía realista, social y comprometida, surge su mejor y perdurable escritura, aquella que se alimenta de un claro esplendor discursivo y de una sólida opulencia musical. Su escritura se hace torrentosa, libérrima, versicular, a medias intelectiva y emocional, y asume el cuerpo a manera de universo y cosmogonía, y a lo erótico como dirección última del espíritu y la trascendencia. Una cierta religiosidad pagana desde la que intenta descubrir el sentido del cosmos y de la persona sustituye a la euforia del compromiso social y político de su poesía inicial. Su palabra poética anidó en el verso largo, inmerso en una suerte de investigación ontológica del ser y del estar. (Joaquín Marta Sosa)
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