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Una antología de la Asociación Prometeo de Poesía

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Poesía de Siempre      Carlos PELLICER


Carlos PELLICER







La antología Poesía de Siempre se ha preparado con 50 poetas de lengua española contenidos en el libro Poetas del pasado, de Juan Ruiz de Torres, más otros seleccionados, ilustrados y comentados por distintos antólogos cualificados, en varios países.

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BIOGRAFÍA.
Villahermosa, Tabasco (México), 1899 - México D.F. (1977). Profesor universitario de Literatura, Historia. Miembro del grupo "Contemporáneos". Senador. Director del Departamento de Bellas Artes. Arqueólogo, museólogo. Presidente del Consejo Latinoamericano de Escritores de Roma. Diplomático. Premio Nacional de Literatura (1964). Miembro de la Academia Mexicana. Poemarios: Colores en el mar y otros poemas (1921), Piedra de sacrificios (1924), Oda de junio (1924), Seis, siete poemas (1924), Hora y 20 (1927), Camino (1929), Esquemas para una oda tropical (1933), Estrofas al mar latino (1934), Hora de junio (1937), Ara virgimum (1940), Exágonos (1941), Recinto y otras imágenes (1941), Discurso por las flores (1946), Subordinaciones (1948), Sonetos (1950), Práctica de vuelo (1956), Material poético. 1918-1961(1962), Con palabras y fuego (1963), Teotihuacan y 13 de agosto. Ruina de Tenochtitlán (1965), Cuerdas, percusión y aliento (1976), Cuatro cantos en mi tierra (1977), Reincidencias (1979).


DESEOS

Trópico, ¿para qué me diste
las manos llenas de color?
Todo lo que yo toque
se llenará de sol.
En las tardes sutiles de otras tierras
pasaré con mis ruidos de vidrio tornasol.
Déjame un solo instante
dejar de ser grito y color.
Déjame un solo instante
cambiar de clima el corazón,
beber la penumbra de una cosa desierta,
inclinarme en silencio sobre un remoto balcón,
ahondarme en el manto de pliegues finos,
dispersarme en la orilla de una suave devoción,
acariciar dulcemente las cabelleras lacias
y escribir con un lápiz muy fino mi meditación.
¡Oh, dejar de ser un solo instante
el Ayudante de Campo del sol!
¡Trópico, para qué me diste
las manos llenas de color!


AL DEJAR UN ALMA

Agua crepuscular, agua sedienta,
se te van como sílabas los pájaros tardíos.
Meciéndose en los álamos el viento te descuentan
la dicha de tus ojos bebiéndose en los míos.

Alié mi pensamiento a tus goces sombríos
y gusté la dulzura de tus palabras lentas.
Tú alargaste crepúsculos en mis manos sedientas:
yo devoré en el pan tus trágicos estíos.

Mis manos quedarán húmedas de tu seno.
De mis obstinaciones te quedará el veneno,
flotante flor de angustia que bautizó el destino.

De nuestros dos silencios ha de brotar un día
el agua luminosa que dé un azul divino
al fondo de cipreses de tu alma y de la mía.


COMENTARIOS
Desde que Pellicer apareció en Bogotá como agregado cultural de la Embajada de Méjico, a finales de la segunda década del siglo pasado -y cuando no había llegado a los veinte años de edad-, ya despertaba interés por su vivacidad intelectual. Su precoz vocación literaria se reflejó en 1921 con su primer libro, Colores en el mar, editado en la capital colombiana. Desde entonces, toda su obra literaria, que es amplia, tendería hacia un mismo objetivo: interpretar al hombre con mirada universal y recoger el concierto del mundo en la parábola de la poesía sensorial y descriptiva, que es la suya. Bajo esa óptica, captó el alma americana y escudriñó los secretos de la tierra. Es la suya una visión pluralista que se recrea en sus lares de Tabasco para luego tomar vuelo cósmico. Se le conoce como "El poeta de América", por sus raíces telúricas, pero la definición va más allá: es un poeta del orbe. Su obra lírica tiene el color de la tierra y el alma de las emociones. La maravilla del poema se la transmite la presencia de Dios en sus versos, convertidos en un canto perenne al amor, la belleza, el paisaje, la magnitud, en fin, de todo lo creado. (Gustavo Páez Escobar)