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Una antología de la Asociación Prometeo de Poesía

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Poesía de Siempre      César VALLEJO


César VALLEJO







La antología Poesía de Siempre se ha preparado con 50 poetas de lengua española contenidos en el libro Poetas del pasado, de Juan Ruiz de Torres, más otros seleccionados, ilustrados y comentados por distintos antólogos cualificados, en varios países.

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  Poetas incluidos
    De la T a la V
  Antólogos
   

BIOGRAFÍA.
Santiago de Chuco (Perú), 1892 - París (Francia), 1938. Pertenecía a una familia humilde de origen española e indígena. Estudió en la Universidad de Trujillo, ciudad donde publicó sus primeros poemas. En 1917 fue a Lima. En 1920, durante una visita a su pueblo natal, se ve implicado en unas revueltas y es condenado a tres meses de cárcel. Posteriormente se instaló en París, donde vivió el resto de su vida, si bien realizó algunos viajes a la Unión Soviética, España y otros países de Europa. Sobre 1927, se compromete con el marxismo y escribe artículos para periódicos y revistas, así como ensayos y relatos implicados con dicha ideología. En 1931 se afilia al Partido Comunista de España y es nombrado corresponsal. Durante la Guerra Civil Española es testigo de los horrores que en ella se vivieron, lo que le inspira España, aparta de mí este cáliz, que es impreso por soldados del ejército republicano en 1939. Murió en París, el Viernes Santo de 1938. Obra poética: Los heraldos negros (1918), Trilce (1922), España, aparta de mí este cáliz (póstumo, 1939) y Poemas humanos (póstumo, 1939). (Enrique Valle)


LOS HERALDOS NEGROS

Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... ¡Yo no sé!

Son pocos, pero son... Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros Atilas;
o los heraldos negros que nos manda la muerte.

Son las caídas hondas de los Cristos del alma,
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.

Y el hombre... ¡Pobre... pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como un charco de culpa, en la mirada.

Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!


MASA

Al fin de la batalla,
y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre
y le dijo: "¡No mueras, te amo tanto!"
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Se le acercaron dos y repitiéronle:
"¡No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!"
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil,
clamando: "¡Tanto amor y no poder nada contra la muerte!"
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Le rodearon millones de individuos,
con un ruego común: "¡Quédate hermano!"
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Entonces, todos los hombres de la tierra
le rodearon: les vio el cadáver triste, emocionado;
incorporóse lentamente,
abrazó al primer hombre; echóse a andar...


COMENTARIOS
¡El 'cholo' Vallejo, tan duramente apaleado por la vida! ¿Qué mejor ejemplo de lo que puede en poesía un alma grande contra todas las dificultades? ¡Qué poca distancia entre el verso "Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo", en su postumo poemario (España, aparta de mí este cáliz, escrito en 1937), y aquél de décadas antes, el primer verso de su primer libro (Los heraldos negros, de 1918), "Hay golpes en la vida tan fuertes...¡Yo no sé!". Ese fue el genio de Vallejo, que en su buscar apasionado supo lanzar un puente magnífico entre las deshumanizadas vanguardias y el espíritu de la más viva compasión. La voz de César, que presintió que moriría "en París con aguacero / un día [jueves] del cual tengo ya el recuerdo'" aunque finalmente fuese en un Viernes Santo, eso sí, con lluvia. La voz de Vallejo, temblorosa en un verso: "si cae España -digo, es un decir-", firme y exigente en el siguiente: "¡salid, niños del mundo, id a buscarla!" La voz de César Vallejo, que evoluciona desde el rechazo de los superrealistas franceses en su personalísima concepción experimental pero con el control completo del verso (Trilce, 1922), a su poesía convivencial, humana, de rechazo de la injusticia, siempre testigo de la orfandad del hombre frente al destino y la muerte (Poemas humanos, también postumo, y escrito entre Francia y España, de 1931 a 1937, con el citado España, aparta de mí este cáliz). (Juan Ruiz de Torres)